No es suerte, es sacrificio: la verdad detrás del sueño americano que pocos se atreven a contar | Luigi Torres
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No te regales: El valor de tu trabajo como inmigrante latino en Estados Unidos |
Mira ese que está ahí, le pagamos lo de 1 y hace la chamba de 3
Llegar a Estados Unidos como inmigrante latino, especialmente como colombiano, implica más que solo cruzar una frontera: significa aprender a adaptarse, sobrevivir y evolucionar. Uno de los escenarios más comunes donde esto se pone a prueba es el ámbito laboral. Entre fogones, escobas, cajas registradoras y largas jornadas, muchos latinos viven una realidad que pocos se atreven a contar con honestidad.Hoy quiero compartirte una reflexión y experiencia que, aunque no me ha ocurrido directamente, he escuchado de muchas voces, y que revela una realidad tan común como preocupante: la sobreexplotación laboral disfrazada de "versatilidad". Este post está dedicado a ti, que llegaste con la esperanza de un futuro mejor, pero que a veces te preguntas si estás perdiendo más de lo que ganas.
1. "Mira ese que está ahí… le pagamos lo de 1 y hace la chamba de 3"
Esta frase puede parecer un cumplido. Incluso hay quienes la dicen con orgullo, como si fuese una medalla al mérito. Pero, ¿qué hay detrás de ella?
En muchas cocinas, talleres, construcciones, y hasta oficinas donde trabajamos los latinos, esta idea se repite constantemente. Personas que por necesidad, desconocimiento o miedo a perder su empleo, terminan aceptando condiciones abusivas, cargando con tres veces más responsabilidades que las que indica su contrato (cuando lo hay), y recibiendo el mismo salario básico de siempre.
Esto no es solo un problema individual. Es un reflejo de una cultura que muchas veces traemos desde nuestros propios países, donde el "ser útil para todo" se traduce en ser explotado por todos.
2. Una comparación inevitable: Latinoamérica vs Estados Unidos
En Latinoamérica, especialmente en Colombia, el "multitasking" no solo es común, es esperado. El ayudante de cocina también debe barrer, hacer domicilios, cobrar y hasta cuidar el negocio. En cambio, en muchas partes de Estados Unidos, existe una cultura de roles definidos.
Por ejemplo: si tú eres Dishwasher, tu trabajo es lavar los platos. Si eres Line Cook, te encargas del cocinado. Si eres Prep Cook, vas a preparar insumos y nada más. Y eso, aunque pueda parecer limitado, también representa un respeto por tu tiempo, tu salud y tus habilidades.
Ahora, esto no es una regla universal. Hay empresas que lo aplican y otras que no. Por eso es tan importante aprender a identificar en qué lugar estás y cuándo te están pidiendo más de lo justo.
3. Mi experiencia en The Hampton Social
En mi camino como inmigrante en EE. UU., uno de los lugares donde viví una experiencia positiva fue en The Hampton Social, una cadena de restaurantes con presencia en varias ciudades del país.
Ahí, su filosofía no era que "hicieras de todo todos los días", sino que aprendieras todo. Conocer las diez estaciones de trabajo en una cocina no significaba que en un solo turno tuvieras que correr de un lado a otro como pollo sin cabeza. Al contrario, era una forma de formarte, para que tuvieras más herramientas, para que crecieras y pudieras cubrir una posición cuando fuera necesario, no para que fueras el comodín que salva el día por el mismo sueldo de siempre.
Este tipo de enfoque es el que deberíamos buscar: donde aprender se convierte en una inversión para tu futuro, no una excusa para sobrecargarte.
4. El abuso disfrazado de oportunidad
Lamentablemente, no todos los restaurantes o empresas operan con ética. A veces llegas buscando trabajo, y lo primero que escuchas es: "Aquí el que trabaja solo de una cosa no nos sirve. Tengo gente que hace de todo por el mismo sueldo."
Ahí, amigo, ahí no es.
No te dejes impresionar por el tamaño del restaurante, por la decoración de lujo o por el glamour del lugar. Muchas veces los peores abusos se dan en los lugares más pequeños y más humildes, donde se aprovechan del miedo y la necesidad de quienes apenas llegan.
5. ¿Ignorancia, necesidad o desesperación?
Es fácil juzgar a quienes aceptan estas condiciones. Pero no debemos hacerlo. Cada quien carga su historia, sus responsabilidades, sus urgencias. A veces uno acepta cualquier cosa por enviar unos dólares a su familia, por pagar la renta, por no quedarse sin papeles o simplemente por no saber cómo funcionan las leyes laborales en EE. UU.
Aquí no se trata de culpar, sino de informar y empoderar. Porque solo con información podemos comenzar a cambiar esta dinámica.
6. ¿Cómo saber si te están explotando?
Aquí te comparto algunas señales claras:
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Si te piden hacer labores que no fueron acordadas originalmente, sin ajuste de sueldo.
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Si trabajas más de 40 horas semanales y no te pagan overtime (tiempo extra).
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Si te cambian constantemente de puesto sin darte capacitación.
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Si te hacen sentir culpable por pedir tus derechos.
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Si te amenazan con "llamar a inmigración" si reclamas.
Ninguna de estas prácticas es legal ni ética.
7. La importancia de hablar claro desde el inicio
Algo que siempre me ha funcionado es ser transparente desde el primer día. Cuando llego a un nuevo empleo, dejo claro cuáles son mis habilidades, mis límites y mi disposición para aprender. Pero también marco un límite muy claro: no me voy a regalar.
No se trata de tener una actitud arrogante. Se trata de respeto. El mismo respeto que esperas que te tengan, debes tenerlo contigo mismo.
8. La trampa de "el que sabe de todo"
Saber de todo no es malo. De hecho, es una gran ventaja. Pero eso no significa que debas hacer de todo al mismo tiempo y por el mismo pago.
Que tú sepas trabajar en todas las estaciones de una cocina, o que sepas hacer drywall, pintar, manejar, cocinar y atender clientes, no significa que debas hacerlo todo a la vez por $15 la hora. Tu conocimiento debe ser una herramienta para crecer, no una excusa para que otros se aprovechen.
9. Consejos para evitar caer en estas situaciones
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Investiga bien antes de aceptar un trabajo. Pregunta, compara, busca reseñas.
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Conéctate con otros latinos. Muchas veces la mejor información viene de la comunidad.
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Aprende inglés. Aunque cueste, te da poder. Entre más entiendas, menos pueden abusar de ti.
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No tengas miedo de decir que no. Si no te respetan desde el principio, no lo harán después.
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Documenta todo. Horarios, pagos, tareas. Si algo pasa, tendrás pruebas.
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Busca ayuda legal. Existen organizaciones que ayudan a inmigrantes sin importar su estatus migratorio.
10. ¿Y las leyes? ¿Y la política?
Con la nueva administración de Trump, los latinos vivimos nuevamente tiempos de incertidumbre. Las políticas migratorias pueden endurecerse, las inspecciones pueden aumentar, y muchos empleadores pueden usar eso como excusa para abusar.
Más que nunca, es necesario estar informados y unidos. No podemos cambiar las leyes de la noche a la mañana, pero sí podemos cambiar cómo nos tratamos entre nosotros. Y eso comienza por dejar de normalizar la explotación.
11. Para los que ya vivieron esto: tu voz importa
Si estás leyendo esto y alguna vez te tocó vivir esta experiencia, cuéntala. Hablar es sanar, pero también es prevenir. A veces, un consejo compartido puede salvar a alguien más de una situación dolorosa.
Conclusión: No te regales
Este post no es para que dejes de trabajar, ni para que esperes el empleo perfecto. Es para recordarte que vales, que tu tiempo, tu salud y tu dignidad tienen un precio. No se trata de creerse más que nadie, se trata de no creerse menos.
Aprender de todo está bien. Pero aceptar que te traten como si fueras todo y nada al mismo tiempo, no.
Si tú no te respetas, nadie lo hará por ti.
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No es suerte, es sacrificio: la verdad detrás del sueño americano que pocos se atreven a contar |
Dicen que tienes suerte, Pero no saben que chingarte 8, 10 o 12 horas al día, ya es rutina.
Dicen que los que nos vamos al extranjero tenemos suerte. Que aquí en Estados Unidos la vida es más fácil, que el dinero abunda y que trabajar duro siempre te lleva al éxito. Pero detrás de esas frases hay una realidad que no todos quieren ver, y mucho menos aceptar. No es suerte, es sacrificio. No es magia, es resistencia. Este es mi testimonio como inmigrante colombiano en EE. UU., y va para todos mis hermanos latinos que han llegado o sueñan con llegar a este país, creyendo que acá todo es color de rosa.
Mi nombre es Luigi Torres, y esta es mi historia… y quizá también sea la tuya.
1. La realidad incómoda que no se cuenta: lo que hay detrás del "sí le está yendo bien"
Es fácil escuchar desde casa frases como:
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"Tú sí estás triunfando allá en los Estados Unidos".
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"Es que tú sí tuviste suerte".
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"Ya deberías tener plata, mándame algo".
Lo que no saben es que ese "triunfo" está construido con jornadas de 8, 10 o hasta 12 horas de trabajo diario, muchas veces en cocinas calientes, limpiando pisos, soportando gritos, aprendiendo a convivir con desconocidos, y lidiando con un idioma que no te sale aunque lo escuches todos los días.
No, no fue suerte. Fueron cientos de errores, de decisiones equivocadas, de momentos en que me temblaban las piernas y no sabía si aguantar otro mes más.
2. La cocina, el campo de batalla que me formó
Dicen que ser cocinero es apasionante. Y sí, lo es. Pero antes de ser un buen cocinero, cometí todas las "pendejadas" posibles: quemé carnes, serví platos equivocados, rompí platos por los nervios y soporté a chefs que me trataban como un trapo viejo por no hablar bien inglés.
No fue hasta que me planté con humildad y aprendí que, para ganarse un lugar en una cocina americana, hay que demostrar con hechos, no con palabras. Y esos hechos se forjan con trabajo silencioso, ese que nadie ve y que pocos reconocen.
3. Aprender inglés no es un lujo, es una herramienta de supervivencia
Uno de los retos más grandes fue el idioma. ¿Cómo haces para aplicar a un trabajo si no entiendes la mitad del formulario? ¿Cómo reclamas un pago injusto si no sabes ni cómo expresar tu frustración? ¿Cómo entiendes que te están estafando si apenas y captas lo que dicen?
Aprender inglés no es un privilegio, es una necesidad vital. Lo aprendí en la calle, escuchando, equivocándome, repitiendo. Y aún sigo aprendiendo. Porque el idioma, como la vida del inmigrante, es una batalla diaria.
4. La presión familiar: el peso invisible que muchos cargamos
Uno de los mayores errores que cometemos los inmigrantes latinos al salir de nuestros países es prometer lo que aún no tenemos.
"Cuando esté allá te voy a ayudar", "cuando consiga trabajo te mando para que montes el negocio", "yo te voy a enviar para que estudies".
Frases como esas han condenado a muchos a vivir para otros y no para sí mismos. Y cuando no cumples, te lo cobran con reproches: "Es que tú ya estás allá", "es que tú ganas en dólares", "es que tú no me quieres ayudar".
No entienden que apenas y estamos sobreviviendo. Que aquí no hay red de apoyo, no hay mamá que te cocine ni hermano que te preste. Aquí si no trabajas, no comes. Punto.
5. Estafas y engaños: las trampas más comunes para el inmigrante
Apenas llegas, muchos te quieren "ayudar"… a sacar ventaja de ti.
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Gente que te promete papeles por miles de dólares.
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Supuestos abogados que ni licencia tienen.
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Casas que te arriendan en efectivo sin contrato y después te sacan sin razón.
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Trabajos donde nunca te pagan el último cheque.
Por eso hay que estar alerta, hablar con otros inmigrantes, construir comunidad y apoyarse. Aquí nadie te salva solo. Y si no te cuidas, te vas a estrellar con un sistema que no perdona la ingenuidad.
6. Las relaciones: amar y sobrevivir en culturas diferentes
Conseguir pareja en EE. UU. como inmigrante es otra odisea.
No se trata solo del idioma, sino de diferencias culturales profundas. Ellos fueron criados con otras ideas, otros valores. Aprendí que para enamorar no basta con ser simpático o buena gente: hay que entender su cultura, respetarla, y también hacerse respetar.
En el camino sufrí desilusiones, malentendidos, momentos en los que me sentí invisible o como un experimento exótico. Pero también encontré personas que me enseñaron que el amor real no ve nacionalidades, sino compromiso y verdad.
7. La política: cómo afecta a diario la vida del inmigrante
Con la nueva administración Trump, los latinos vivimos con más temor, más vigilancia, más dudas.
Cambios en las leyes migratorias, redadas en barrios latinos, discriminación en entrevistas de trabajo, y una sensación constante de ser "el otro".
Por eso es vital estar informado, tener tus documentos al día, y entender tus derechos como trabajador, como inquilino, como persona.
8. El verdadero éxito del inmigrante
Para mí, el éxito no es tener dólares, es poder dormir tranquilo.
Es saber que trabajaste con honestidad, que no engañaste a nadie, que cada centavo lo ganaste con sudor.
Es cuando puedes llamar a tu mamá y decirle: "Estoy bien, no necesito nada".
Es cuando por fin puedes comprar tus propias cosas sin depender, cuando entiendes cómo funciona el sistema, y cuando puedes ayudar a otros no con dinero, sino con guía, consejo, y experiencia.
9. El error de romantizar la migración
Estamos llenos de imágenes falsas: comerciales de apps como Remitly mostrando que el inmigrante es solo una máquina de enviar dinero.
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"Ahí te envié para que te gradúes".
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"Ahí te mandé para que montes el negocio".
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"Ahí te mando para tu cumpleaños".
No. No somos bancos, no somos héroes, no somos mártires. Somos personas que dejaron todo atrás y están aprendiendo a sobrevivir, a reconstruirse. Ayudamos cuando podemos, pero no es una obligación.
Primero hay que reconstruirse uno mismo, como me dijo una vez una mujer sabia: "Primero te organizas tú, y luego ayudas. Si te lanzas a salvar a otros sin saber nadar, nos ahogamos los dos."
10. Mi mensaje final a quienes están aquí o quieren venir
No te vayas con ilusiones. Vente con determinación. Esto no es fácil, pero sí es posible.
Prepárate para caer, pero también para levantarte. Prepárate para que te llamen afortunado cuando en realidad estás agotado. Prepárate para que te juzguen sin saber lo que estás aguantando.
Pero sobre todo, prepárate para encontrarte a ti mismo en el proceso. Porque eso es lo más valioso de todo este camino.
Conclusión:
No, no fue suerte. Fue cada madrugada que salí con frío, cada lágrima que escondí cuando extrañaba, cada día que no comí bien por ahorrar, cada noche que llegué sin fuerzas pero con esperanza. Si logré algo, no fue por tener buena estrella, fue por tener huevos.
Y a ti, hermano latino que lees esto, te digo: no estás solo. Y si tú también tienes una historia que contar, cuéntala. Porque al final, lo que ellos "dicen" no es la verdad… la verdad la sabemos nosotros, los que la estamos viviendo.
By: Luigi Torres Colombiano. Inmigrante. Cocinero. Soñador. Luchador incansable en la tierra de las oportunidades... y de las pruebas.
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