Cuando la gringa quiere seguirle el paso a la bailarina de twerking: una mirada al baile, la cultura y la experiencia latina en EE. UU.
Cuando la gringa quiere seguirle el paso a la bailarina de twerking: una mirada al baile, la cultura y la experiencia latina en EE. UU.
Introducción: El baile como lenguaje universal y choque cultural
No importa de dónde vengamos, el baile es un lenguaje universal. Para los latinos, el baile es parte del ADN. Ya sea en una fiesta familiar, en una discoteca o incluso cocinando en la cocina, el cuerpo se mueve con naturalidad al ritmo de un merengue, un vallenato, una bachata o el reguetón que suena de fondo. Pero al llegar a Estados Unidos, esa pasión por el baile se convierte en una forma de identidad, de resistencia cultural, de conexión y también, de sorpresa. Porque una cosa es cierta: no todos los americanos nacen con ese ritmo en la sangre.
Hoy quiero compartir una anécdota divertida, de esas que solo un inmigrante latino viviendo en Estados Unidos puede experimentar. Y es que cuando una amiga "gringa" quiere seguirle el paso a una bailarina de twerking... el resultado puede ser inolvidable.
1. El baile como identidad latina: de las calles de Girardot a las pistas de Denver
Desde que tengo memoria, en Colombia, bailar era parte del día a día. Recuerdo que en las fiestas familiares sonaba "La rebelion" de Joe Arroyo y no podías quedarte sentado. Aprendimos a bailar cumbia antes de aprender a andar en bicicleta. Ya en la adolescencia, el reguetón nos volvió locos. Con Daddy Yankee, Don Omar, Ivy Queen... nadie se quedaba quieto.
Cuando llegué a Estados Unidos, me encontré con una cultura completamente diferente. Aquí las fiestas son más estructuradas, con horarios, playlists prearmadas y bebidas que se sirven con precisión. Pero algo faltaba: ese fuego latino. Hasta que comenzé a llevar mi esencia a esos espacios.
2. Twerking, c-walk y el mundo del baile afroamericano en EE. UU.
Aunque los latinos tenemos una pasión natural por el ritmo, en Estados Unidos también hay una cultura de baile muy potente, sobre todo en las comunidades afroamericanas. Está el twerking, ese baile que muchas mujeres dominan y que requiere una precisión y fuerza corporal que muchos subestiman. Está el C-Walk, un estilo callejero de baile originado por los Crips, un grupo urbano afroamericano, que se ha vuelto un emblema del hip-hop y la cultura urbana.
Y claro, como inmigrante, uno se siente curioso, quiere aprender, quiere integrarse. Yo mismo intenté aprender algunos pasos de C-Walk viendo tutoriales en YouTube. En una de esas, mi amiga americana, rubia, alta, de Denver, quiso unirse a la fiesta.
3. La anécdota: cuando la gringa quiso perrear
Era un viernes por la noche. Un amigo puertorriqueño había organizado una "fiesta latina" en su apartamento. La música sonaba fuerte, había empanadas, cervezas y mucha, mucha música tropical. Salsa, reguetón, dembow, bachata. En medio de la fiesta, una amiga americana (a la que llamaré Emily para proteger su dignidad) se me acercó y me dijo: "Luigi, enséñame a bailar como ustedes. Quiero hacer twerking como esa chica de camiseta roja."
Yo la miré con una mezcla de sorpresa, humor y algo de miedo. El twerking no es fácil. Requiere técnica, fuerza en las piernas y sobre todo: flow. Pero le dije: "Claro, Emily, pero ten cuidado, eso puede doler al día siguiente". Ella se río.
Le pusimos una canción de Cardi B. Empezó a mover las caderas. Al principio iba bien, pero luego... fue como ver una jirafa intentando hacer yoga. Lo dio todo, eso sí. Se cayó, se rió, y todos la aplaudimos. Al final me dijo: "I don't know how you guys do it, but that was exhausting!" Y sí, para nosotros bailar no es un deporte, es una forma de ser.
4. El baile como puente cultural
Ese momento con Emily fue uno de muchos que me hizo darme cuenta de que el baile no solo es diversión, también es un puente cultural. Cada vez que en una fiesta suena salsa, merengue o reguetón, los americanos nos miran, se acercan y quieren aprender. Y nosotros, con gusto, les enseñamos. Se crea una conexión, una comprensión mutua que va más allá del idioma.
Incluso he conocido a personas que nunca habían hablado con un latino y, gracias a un baile, terminaron teniendo su primera conversación. El baile rompe el hielo, une mundos, y sobre todo, nos recuerda que somos humanos buscando conexiones.
5. Retos culturales y cómo los superamos bailando
Vivir en Estados Unidos como inmigrante latino es un reto diario. Desde aprender inglés, hasta buscar empleo, pasando por el miedo constante a no entender las leyes o caer en una estafa migratoria. Pero entre todo eso, el baile ha sido mi salvavidas. Es mi escape, mi lugar seguro, mi forma de decir "aun estamos vivos, aun tenemos fuego".
He conocido mexicanos, venezolanos, dominicanos, cubanos, hondureños, todos con algo en común: les encanta bailar. Y cuando nos juntamos, creamos un pequeño rincón de nuestra tierra. Nos reímos, compartimos historias y recordamos de dónde venimos.
6. Consejos para latinos recién llegados: no pierdas tu esencia
Si estás llegando a Estados Unidos, un consejo: no pierdas tu esencia. Si te gusta bailar, báilalo. Si te gusta tu música, ponla. Vas a encontrar quienes se burlen, quienes no entiendan, pero también vas a encontrar quienes te admiren por ser auténtico.
No te avergüences si en una fiesta americana te piden que enseñes a bailar salsa. Al contrario, hazlo con orgullo. Ese pequeño gesto puede ser el inicio de una gran amistad, o por qué no, de una historia de amor.
7. Una mirada a la realidad del inmigrante más allá del baile
Detrás de cada baile, hay una historia. Hay papeles que están en trámite, hay trabajos que no nos llenan, hay noches de soledad y llamadas por WhatsApp a la familia en Colombia. Pero hay también esperanza. Porque cada vez que un americano se interesa por nuestra cultura, cada vez que un niño latino nace aquí y escucha a su mamá poner Shakira en la radio, estamos sembrando identidad.
Este blog será un espacio para compartir todas esas historias. Desde cómo evitar estafas migratorias, hasta cómo sobrevivir al primer invierno sin ropa térmica. Desde cómo conseguir pareja americana sin perderte en la traducción emocional, hasta entender los cambios políticos bajo la nueva administración Trump. Todo contado desde la voz de un colombiano que, como tú, vino a este país buscando una oportunidad.
Conclusión: Se baila hasta un regaño
Como decimos en Colombia, "se baila hasta un regaño". Esa es la filosofía con la que muchos latinos enfrentamos la vida en Estados Unidos. Con alegría, con sabor, con resiliencia. Porque aunque estemos lejos de casa, llevamos nuestra música por dentro. Y cuando una gringa quiere hacer twerking a nuestro lado, le damos la bienvenida, la apoyamos, nos reímos juntos y le mostramos que, más allá del ritmo, lo que importa es el corazón con el que se baila.
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